Con un pequeño réquiem a la belleza
Supiste darme el beso de las buenas noches,
Callar cada nube de mi mente.
Y aunque negaste la muerte de esto,
Ambos sabíamos que ahora en nuestras manos
Pesa - como una pequeña lata de galletas -
Lo que un día supiste llamar amor.
Ignoramos la luz del día
Al igual que ella nos ignoró,
Y padecimos en nuestro colchón
Con esa muerte en nuestra conciencia.
Bien si nuestras bocas no se movieron,
Discutimos, gritamos y lloramos
Para hundirnos en un silencio de sepulcro.
Comprendimos luego de una semana
- o nos atrevimos a comprender -
Que aunque llenemos la habitación de lirios,
El cadáver seguirá apestando
Y la descomposición no se puede ocultar
Con un simple juego de miradas
Ni cientos de aves planeando sobre nuestras cabezas.
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